Una bolsa de plástico tiene una vida útil media de 12 minutos, su producción y distribución consume petróleo, agua y energía y emite unos cuatro gramos de CO2.
En total generan el 0,1% de la emisión nacional de CO2.
Tardan siglos en descomponerse, tan sólo el 10% de ellas acaba en los contenedores amarillos para su reciclaje y la mayoría acaba en los vertederos. Y en las costas.
El 20% de la basura recogida de las playas son bolsas. Son trampas mortales para la fauna marina, las aves y las tortugas. Se han encontrado bolsas flotando en el Circulo Ártico y en lugares remotos del Atlántico Sur. En definitiva, las bolsas son extremadamente nocivas, y al mismo tiempo, prescindibles y fácilmente reemplazables.
Por otra parte, Ecologistas en Acción considera absurdo y un despilfarro que la administración gaste tiempo y dinero en talleres que enseñan a fabricar bolsos, sombreros, monederos y objetos decorativos utilizando bolsas de plástico usadas. Puede que sea un buen sistema para entretener a los niños pero no se puede considerar como una medida seria para reducir su consumo.
La única solución es que los Gobiernos continúen tomando medidas eficaces y de obligado cumplimiento para que se sustituyan por otras alternativas más respetuosas con la naturaleza, como bolsas de tela u otros recipientes duraderos y ecológicos.