Algo tan cotidiano como ir a la compra puede poner en peligro la frágil vida del planeta, y un simple cambio de hábitos puede evitarlo.
El consumo masivo de bolsas de plástico de un único uso, las de tipo «camiseta», provocan desastres ecológicos, por ello son muchos los lugares en los que ya no se permite, o se grava con impuestos su uso.
Según los expertos, el consumo mundial de plástico superó los 300 millones de toneladas en 2010, con el impacto medioambiental que ello conlleva.
En palabras de Esteban Gimeno, presidente de la sección ibérica de la Asociación Europea de Productores Plásticos (PlasticsEurope), en 2006, la utilización de recursos plásticos se cuantificó en 250 millones de toneladas, de las que el 25% correspondieron al continente europeo.
«Se consumen tantas [bolsas plásticas] porque son necesarias, porque nos hacen la vida más fácil, se han hecho imprescindibles», explicó Enrique Gallego, director general de la Asociación Española de Industrias de Plástico (Anaip).
Pero si las sustituimos por aquellas alternativas más respetuosas con el medioambiente, seguirán haciéndonos la vida más fácil y nos asegurarán un entorno limpio y libre de contaminación.
La culpa del impacto negativo en la ecología no sólo es de estos sacos y sus componentes, sino del mal uso que los usuarios hacen de ellos. La falta de concienciación, con los problemas que provocan y las ventajas de la utilización de alternativas agravan la situación.
A la hora de hacer la compra se apuesta por la comodidad a toda costa. Si en lugar de recibir bolsas nuevas de plástico con cada compra, se utilizasen las que se amontonan en un rincón de la cocina, reduciríamos considerablemente el gasto de las mismas.
En países europeos como Suiza, su utilización está prácticamente erradicada. Se cambian por aquellas de papel que se pagan previamente, y se reutilizan en sucesivas compras, o se recurre a las socorridas y duraderas bolsas de tela.
Italia, Francia, Dinamarca o Irlanda, han decidido implantar el pago de tasas por parte de los usuarios o su prohibición. En China, desde la decisión de cobrarlas, se ha reducido su consumo en 66%.
En EE UU, San Francisco fue la primera en tomar medidas, Oakland y Boston estudian seguir sus pasos.
Nueva Delhi también declaró su particular guerra contra las «camisetas de plástico», y vetó su uso en toda la ciudad.
La sociedad española sin ánimo de lucro (Cicloplast) defiende que no sólo se consumen abusivamente, sino que luego no se desechan correctamente, pues no siempre acaban en el contenedor de reciclado adecuado, imposibilitando de esta manera su recuperación.
Son muchas las imágenes que nos llegan de grandes vertederos de plásticos en tierra, pero quizás el entorno más afectado sea el mar, en el que la fauna y la flora corre grave peligro por la presencia de estas bolsas en su ecosistema.
Son numerosas las compañías que han optado por alternativas más respetuosas con el medio ambiente.
El gran imperio de Amancio Ortega, el Grupo Inditex (Zara, Bershka, Oysho, Massimo Dutti, etc.) presente en todo el mundo, siendo conscientes del problema, llevan algún tiempo ofreciendo bolsas de papel reciclado o plástico biodegradable, que acelera su descomposición, sin dejar ningún residuo.
Es necesaria la concienciación acerca del problema, sabiendo que pequeños cambios de hábitos pueden contribuir a la conservación del planeta.
La oportunidad de mejorar la situación del medioambiente está en manos de todos, desde el ciudadano hasta las grandes compañías es una responsabilidad conjunta.
Vía: Natalia Otero | entornointeligente.com